Hoy pensé en los viejos amigos y en las noches en las que me puse triste...

Hoy pensé en los viejos amigos y en las noches en las que me puse triste, y en Jaco que hizo de ese Re Sostenido un sortilegio inmortal y frágil…

Me acordé también de la flor, de la forma en la que te burlabas de las más absurdas rutinas, los vegetales que abandoné de niño y del puente que aún contiene esos números de teléfono que nunca fueron marcados.

Esta vez el verano trajo las lluvias y un acordeón lleno de secretos. La sombra de tus pestañas y el abecedario de tus lunares me han dejado esta pregunta: ¿En qué consiste la tarde sino en extrañarte?

Escribo y escribo, toco tus cabellos mientras los descifro, pero la noche ya ha abierto los ojos y he vuelto a tropezar con las estrellas… De pronto tu voz, todo el Jazz que vive debajo de las alcantarillas y una caricia que se sabe bien las cosas que hay que decir en una despedida…

En verdad es inevitable… y ni pensar en no acordarme de tu sombra tranquila que solo vive para danzar bajo ese alfajor al que llaman luna y de la gaveta en la que guardé tu risa.

Por eso sé que entenderás bien que justo ahora era necesario traer esos buenos recuerdos que solemos olvidar debajo de las mesas de los bares y así tener una excusa aceptable para llamarte por tu nombre y confesarte que he estado soñando contigo en estos días que no he podido dormir.

Y que te recuerdo gris, triste y vacía; lo mejor que ha pasado en mi vida.

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